¿Es nuestra salvación para siempre o no?
No podemos abarcar todo en un artículo breve como este, pero podemos aclarar una doctrina que muchas veces ha sido torcida y abusada. Queremos presentar la enseñanza bíblica de que un cristiano verdadero puede disfrutar de una seguridad definitiva y absoluta en los brazos del único Salvador eterno. Tú y yo estamos seguros en Él y podemos descansar seguros debido a la enseñanza bíblica. Cuando abrazamos la sana doctrina cristiana y bíblica es posible quitar la carga pesada de nuestra mente, pero muchas personas sufren debido a sus sensaciones de temor y falta de seguridad porque están pegados a la Internet, los programas de televisión y los periódicos de esta sociedad. Lo que les hace falta es una sana doctrina bíblica que ofrece consuelo y esperanza, o sea, una teología que está basada firmemente en la Palabra de Dios en vez de en sus sentimientos, opiniones y la lógica típica. Hace falta escuchar lo que Dios nos dice y descansar nuestro caso donde Dios nos habla en las Sagradas Escrituras. A la vez, al comienzo de esta lectura tenemos que poner a un lado todas las defensas y soltar el agarre de los argumentos negativos y las nociones preconcebidas. Dios puede quitar de tu mente la carga pesada si simplemente aceptas lo que el Señor afirma y declara Tres cosas cruciales a tener en cuenta Hay, por lo menos, tres factores cruciales que impactan la idea de la pérdida de la salvación de una persona. Primero, tiene que ver con un individuo que ha nacido de nuevo, o sea, de una persona que posee la vida eterna por fe en el Hijo de Dios, el Señor Jesucristo, y no solo alguien que profesa conocerlo. En la Escritura Dios nunca promete vida eterna a las personas que pertenecen a alguna iglesia o denominación o secta o que practica ciertos ritos o tradiciones religiosas; o, a individuos que nunca han aceptado el regalo de la vida eterna o que nunca han cambiado sus mentes de un rechazo de Cristo por fe. Además, el nuevo nacimiento no es solo alzar la mano, o pasar al frente, o repetir una oración formalmente. Tampoco es solo tener membrecía en una organización religiosa o haber sometido al bautismo u otro rito sagrado o sacramento o por donar un dinero o por asistir a una campaña evangelística. El Dios verdadero ha prometido el regalo de vida eterna a sus hijos que tienen una fe genuina, a la gente que en el presente posea la vida eterna y ha colocado su fe en Jesucristo. O sea, tiene que hacer una decisión personal y deliberada de creer que Jesús murió y resucitó de entre los muertos por nosotros. Lea la siguiente verdad bíblica: Este es el testimonio que Dios ha dado: él nos dio vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. (1 Jn 5:11-12) él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio un nuevo nacimiento y vida nueva por medio del Espíritu Santo. Él derramó su Espíritu sobre nosotros en abundancia por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Por su gracia él nos declaró justos y nos dio la seguridad de que vamos a heredar la vida eterna. (Tito 3:5-7) Dios los salvó por su gracia cuando creyeron. Ustedes no tienen ningún mérito en eso; es un regalo de Dios. La salvación no es un premio por 8 Siguiendo la Sana Doctrina “Habla tú… de acuerdo con la sana doctrina” (Tito 2:1) las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo. (Ef 2:8-9) Segundo, el tema es la seguridad eterna, no la carnalidad temporal, pues no estamos enfocando la disciplina divina sobre sus hijos testarudos o caprichosos. Si se mezcla estas dos ideas, te confundirás irremediablemente. La carnalidad tiene que ver con el creyente que obstinadamente camina en la carne y escoge un estilo de vida que no está bajo el poder y control del Espíritu Santo. Pero si tomas un tiempo para leer estos tres pasajes en el Nuevo Testamento (1 Cor 3:1-3; Gá 5:16-23; Heb 12:5-13) te darás cuenta que un cristiano carnal es un hijo de Dios que vive bajo la disciplina del Señor. Estos pasajes no se refieren a un cristiano que ha perdido su salvación, sino más bien a alguien que ya es testarudo y caprichoso, uno que está caminando en la fuerza de la carne. Muchas veces los que enseñan que un cristiano no tiene una seguridad eterna, tampoco tiene lugar en su teología para la carnalidad o lujuria, a pesar de que la Biblia claramente presenta la triste realidad de que un hijo de Dios puede caer en períodos cuando camina “en la carne.” Pero como es cierto en nuestra propia familia, siempre siguen siendo hijos aun cuando nos desobedecen obstinadamente. Los podemos disciplinar, pero no negamos que sean nuestros hijos. No confundas la seguridad eterna con una carnalidad temporal. Tercero, es fundamental enfocar lo que Dios ha hecho para sus hijos y no lo que hemos hecho para Él. La salvación no es algo que merecemos, sino que la recibimos como un regalo. Tú no persigues a Dios sino más bien Él te persigue. Pues fue Él quien vino a rescatarnos cuando éramos esclavos del pecado y sin una pizca de esperanza. pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores. (Ro 5:8) Antes ustedes estaban muertos a causa de su desobediencia y sus muchos pecados. Vivían en pecado, igual que el resto de la gente, obedeciendo al diablo —el líder de los poderes del mundo invisible—, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios. Todos vivíamos así en el pasado, siguiendo los deseos de nuestras pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. Por nuestra propia naturaleza, éramos objeto del enojo de Dios igual que todos los demás. Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!) Pues nos levantó de los muertos junto con Cristo y nos sentó con él en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo Jesús. De modo que, en los tiempos futuros, Dios puede ponernos como ejemplos de la increíble riqueza de la gracia y la bondad que nos tuvo, como se ve en todo lo que ha hecho por nosotros, que estamos unidos a Cristo Jesús. (Ef 2:1-7) ¿Cuándo recibimos la salvación? Leamos otra vez Romanos 5:8: “cuando todavía éramos pecadores.” También en Efesios 2 dice que cuando estábamos “muertos” espiritualmente y cuando fuimos “por naturaleza hijos de la ira.” Este tiene que ser el punto de partida para entender la doctrina bíblica de la seguridad eterna. Ya que la salvación no es algo que merecemos o ganamos o logramos hacer, tiene sentido que tampoco podemos quitarla. La salvación es un obsequio de Dios que su poder hace posible y porque es impensable y aun imposible para una persona como tú o yo poder cambiar, de alguna manera, el máximo logro del plan del Señor. Una pregunta: ¿puede la obra de Dios ser destrozada o arruinada? Escucha bien esta oración: Ya que mi seguridad depende de lo que Dios ha hecho por mí a través de Cristo, entonces varias obras de Dios tendrían que ser destrozadas o arruinadas si es que podría perder mi salvación. En adición, la Biblia definitivamente lo diría. Cabe preguntar si estás de acuerdo con esa oración. Probablemente, hace falta aclararla. Primero, repetidamente las Escrituras hacen claro que nuestra salvación ha sido posible debido a la obra de Cristo en la cruz, no debido al esfuerzo humano. Dios ofrece a los seres humanos la vida eterna como un regalo, y no como una recompensa, ¿verdad? Segundo, si fuera posible para mi perder mi salvación, entonces Dios tendría que dar marcha atrás la transacción de alguna manera, quitar su obsequio o de alguna manera desnudarme de su perdón. Entonces, tercero, su Palabra haría eso bien claro de manera que todos serían advertidos. De manera que cuando comenzamos con lo que Dios hace, tal como enseña la Biblia, tendremos que afirmar que Él tendrá que quitar de nosotros el regalo que Él dijo que era siempre nuestro. Tendría que ser así si decimos que hemos perdido nuestra salvación. Además, la Biblia definitivamente tendría que tener versículos claros y explícitos que lo digan. No solo es impensable de que Dios quitara una promesa eterna; eso es imposible. Acuérdate que Dios es inalterable. Eso quiere decir que no cambia. Tampoco puede mentir y tampoco dice que el obsequio de la vida eterna es solo prestado a nosotros. Al contrario, Hebreos 10:14 dice con terminante claridad: Pues mediante esa única ofrenda, él perfeccionó para siempre a los que está haciendo santos. (Heb 10:14) La “única ofrenda” se refiere a la muerte sacrificial de Cristo en la cruz. ¿Y qué es el resultado? Afirma que se trata de una transacción que es efectuada “para siempre.” Cuando aceptamos a Cristo Jesús por fe, o sea, cuando recibimos el regalo de la vida eterna, entonces estamos apartados para Dios; clara y exclusivamente somos suyos y santificados de la misma manera que una nueva criatura nacida en tu familia es apartada para ti. El Padre declara que es una transacción que es eficaz “por todo el tiempo.” No hay nada temporero en este arreglo con Dios. Entienda que Dios coloca todo el valor de la obra terminada en Cristo al crédito del pecador. Nada de esto puede ser cambiado. Dura para siempre y “por todo el tiempo.” Por lo tanto, quienquiera que sugiere que la aceptación eterna del cristiano depende de su propia conducta de un día para otro, eso es en realidad un insulto o una difamación de la obra terminada de Cristo. En realidad, lo que eso dice es que Cristo solo comenzó la obra y, por implicación, tú y yo tenemos que completarla. Y si ese fuera el caso, entonces mereceríamos parte de la gloria que solo Dios merece. Y nada más podría estar tan lejos de la verdad. Estos versos muy conocidos raramente se aceptan literalmente. Pero en este escrito estamos enfocando a un hijo genuino de Dios. ¿Las Escrituras enfatizan la seguridad de salvación con que Dios guarda al creyente? Hay versículos en el Nuevo Testamento que ayudan a contestar la pregunta acerca de cuáles pasajes apoyan y afirman la seguridad de salvación del creyente. Según este versículo el cristiano pertenece al cuerpo de Cristo, a pesar de su raza o rango y también el Espíritu Santo le llena por completo. Si pudiéramos perder nuestra salvación, seguramente seríamos expulsados del cuerpo de Cristo. No obstante, tal idea nunca aparece o da a entender o ni siquiera se insinúa en la Biblia. Ningún pasaje afirma que una vez que nos encontramos en “Cristo,” después algunos de ellos van a encontrarse “fuera de Cristo.” Por eso, debemos recordar una promesa que Jesús hizo cuando ministraba y compartía con los discípulos: Sin embargo, los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y jamás los rechazaré. (Jn 6:37) Cabe señalar a los que todavía luchan con la idea de que la salvación descansa en Dios y no en nosotros. Meditan en las palabras de Jesús que dicen que el Padre nos da al Hijo. Tiene mayor significado cuando reconocemos que es el mismo Jesús que dice que “jamás los rechazaré.” El texto en griego lo declara con dos negativos lo cual subraya enfáticamente algo que podemos parafrasear: “quienes vienen a mí definitiva y positivamente nunca jamás los botaré.” Jesús no titubea o condiciona la afirmación con palabras como “pero,” “si es que,” “sin embargo” o “no obstante.” Tampoco solo significa que “yo no los rechazaré o rehusaré” sino significa también que “yo no los voy a soltar después de haberlos recibido.” No hay nada temporero o implicado en sus palabras. ¿Y qué dice Efesios 1:13 y 4:30? Y ahora ustedes, los gentiles, también han oído la verdad, la Buena Noticia de que Dios los salva. Además, cuando creyeron en Cristo, Dios los identificó como suyos al darles el Espíritu Santo, el cual había prometido tiempo atrás. (Ef 1:13) No entristezcan al Espíritu Santo de Dios con la forma en que viven. Recuerden que él los identificó como suyos, y así les ha garantizado que serán salvos el día de la redención. (Ef 4:30) El Espíritu Santo no solo coloca al creyente en el cuerpo de Cristo, sino lo “sella” también. El sello comienza a afectar al creyente desde el momento que recibe a Cristo como su Salvador. Si pudiéramos perder la salvación, obviamente ese sello tendría que ser roto, pero eso contradeciría la promesa de Dios. Al decir que somos sellados para el día de la redención (el día en que recibimos los nuevos cuerpos que duran para siempre), entonces podemos estar seguros que nada podrá interrumpir ese plan divino. Jamás aparece en las Escrituras donde el sello del Espíritu será roto y tampoco aflojado. Amerita la lectura de Romanos 8:1: Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús; ¿Qué podemos decir acerca de cosas tan maravillosas como estas? Si Dios está a favor de nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra contra? Si Dios no se guardó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no nos dará también todo lo demás? ¿Quién se atreve a acusarnos a nosotros, a quienes Dios ha elegido para sí? Nadie, porque Dios mismo nos puso en la relación correcta con él. Entonces, ¿quién nos condenará? Nadie, porque Cristo Jesús murió por nosotros y resucitó por nosotros, y está sentado en el lugar de honor, a la derecha de Dios, e intercede por nosotros. ¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será que él ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos perseguidos o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o bajo amenaza de muerte? (Como dicen las Escrituras: «Por tu causa nos matan cada día; nos tratan como a ovejas en el matadero»). Claro que no, a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos amó. Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. Ningún poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor. (Ro 8:31- 39) El término más fuerte para el castigo eterno se traduce como “condenación” en el verso 1. Se nos asegura que no tendremos que encarar tal castigo una vez que estamos “en Cristo Jesús.” Y la última sección de Romanos 8:33-35 da seguridad adicional de que tenemos a Dios a nuestro favor. ¿Quién se atreve a acusarnos a nosotros, a quienes Dios ha elegido para sí? Nadie [nos acusará]…Entonces, ¿quién nos condenará? Nadie, porque [no hay ningún juez]… ¿Acaso hay algo [o alguien] que pueda separarnos del amor de Cristo? [No hay ningún ejecutador.] …. (Ro 8:33- 35) ¿Por qué? Porque somos seguros en Cristo Jesús. Observa con mucho cuidado y verá que ninguna de estas promesas está condicionada. “Dios está a nuestro favor” (8:31). “Somos más que conquistadores” (8:37). Estamos adentro de un sobre, y, por lo tanto, protegidos, seguros y a salvos contra todas las amenazas posibles (8:38-39). Para completar este estudio de la Escritura tenemos que examinar a Juan 10:27-29. Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen. Les doy vida eterna, y nunca perecerán. Nadie puede quitármelas, porque mi Padre me las ha dado, y él es más poderoso que todos.34 Nadie puede quitarlas de la mano del Padre. (Jn 10:27-29) ¿Leíste esas palabras con discernimiento? ¿De quién habla Jesús? los cristianos que le siguen 34 10:29 Otros manuscritos dicen porque lo que mi Padre me ha dado es más poderoso que todo; incluso otros dicen porque, en cuanto a lo que mi Padre me ha dado, él es más importante que todos. son los verdaderos creyentes. Estos versos no enseñan acerca de cómo una persona se convierte en una oveja, sino más bien acerca de los resultados de ser una oveja. Jesús explica que es el propósito del Padre guardarnos seguros a pesar de todo el mundo y todas las cosas. ¿Prestaste atención al pasaje? Estamos rodeados por un muro doble de seguridad. Estamos en un agarre eterno de Cristo y “nadie [puede] quitarnos” de la mano de Jesús (10:28) y después también declara que estamos en la mano del Padre a la vez que estamos en la mano del Hijo, haciendo así absolutamente imposible que alguien pueda “arrancarnos de la mano del Padre” (10:29). En 1 Juan 5:18, ¿qué dice acerca de “tocarlos”? Sabemos que los hijos de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque el Hijo de Dios los mantiene protegidos, y el maligno no puede tocarlos. (1 Jn 5:18) Una autoridad del griego neotestamentario dice que significa esa palabra “‘asaltar’ con el propósito de cortar la unión vital entre Cristo y el creyente.” Ni siquiera el diablo con todo su poder sobrenatural puede asaltar al creyente y así romper nuestra unión eterna. Es una promesa maravillosa. Los que han nacido de nuevo están “guardados” por el Cristo Jesús. El penúltimo versículo de la carta de Judas amerita nuestra atención. Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien es poderoso para evitar que caigan, y para llevarlos sin mancha y con gran alegría a su gloriosa presencia. (Judas 24) El escenario es ese día futuro cuando el creyente está parado en frente de Cristo antes de que la persona entrara a la gloria del cielo. ¿Estaremos de pie avergonzados e inseguros de nuestra entrada o dudosos y llenos del miedo? ¡De ninguna manera! Se nos promete que Él es quien nos llevará “sin mancha y con gran alegría a su gloriosa presencia” (Judas 24). ¡Sin culpa! Es una maravillosa promesa cuando los creyentes están por morir. Hemos examinado una variedad de pasajes bíblicos que tienen el mismo tema y ya hemos visto que nuestra salvación realmente descansa en la fuerza de Dios, y no en la nuestra; y que nuestra seguridad está en el poder de Cristo, no el nuestro. Y que nuestra protección depende del agarre firme del Padre, no del nuestro. Y que nadie, incluyendo el diablo, puede cortar la unión vital que nos conecta con nuestro Señor Jesucristo. Y ¿por qué? Se debe a la muerte y resurrección del quién nos perfeccionó “por todo el tiempo” (He 10:14) a causa de su obra terminada, no la nuestra. ¿Por qué algunos dudan y niegan esta doctrina? No es fácil entender porque hay los que dudan y niegan la seguridad de salvación del creyente con las muchas citas bíblicas ya analizadas y las docenas no citadas aquí. No obstante, la mayoría de los que dudan tienen dificultad en cuatro áreas que incluyen ciertos pasajes problemáticos, el temor de que esta creencia llevará a cristianos a vidas de riendas sueltas, un mal entendimiento de la carnalidad y los sentimientos de que les faltan suficientes méritos. ►Los pasajes problemáticos. —Tenemos que admitir que, de primera vista, ciertos pasajes, parecen enseñar que los cristianos pueden andar sin rumbo tan lejos del Señor que ya no forman parte de la familia de Dios. A continuación, damos algunas directrices para seguir cuando uno encuentra dichos pasajes. ●Lea con sumo cuidado las palabras en el versículo. ●Estudie el trasfondo o contexto que rodea los pasajes. ●Recuerde que Dios no puede contradecir a sí mismo. Definitivamente no diría una cosa en un versículo y otra cosa en otro verso. ●Pida a Dios por la sabiduría y percepción necesarias. ●Busque el consejo en los libros confiables o de los estudiosos de las Escrituras que son intérpretes confiables. Pero lo principal es, compare la Escritura con la Escritura ●Si todavía no puedes comprender, espere pacientemente a Dios para que Él te muestre en un día futuro. Su Palabra es como una mina muy profunda, y algunas de sus riquezas pueden aparecer de repente e inesperadamente. ► El temor de una vida desenfrenada. —En Romanos 6:1-11 aparece una advertencia seria. Léalo con calma y concéntrese bien. Ahora bien, ¿deberíamos seguir pecando para que Dios nos muestre más y más su gracia maravillosa? ¡Por supuesto que no! Nosotros hemos muerto al pecado, entonces, ¿cómo es posible que sigamos viviendo en pecado? ¿O acaso olvidaron que, cuando fuimos unidos a Cristo Jesús en el bautismo, nos unimos a él en su muerte? Pues hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo mediante el bautismo; y tal como Cristo fue levantado de los muertos por el poder glorioso del Padre, ahora nosotros también podemos vivir una vida nueva. Dado que fuimos unidos a él en su muerte, también seremos resucitados como él. Sabemos que nuestro antiguo ser pecaminoso fue crucificado con Cristo para que el pecado perdiera su poder en nuestra vida. Ya no somos esclavos del pecado. Pues, cuando morimos con Cristo, fuimos liberados del poder del pecado; y dado que morimos con Cristo, sabemos que también viviremos con él. Estamos seguros de eso, porque Cristo fue levantado de los muertos y nunca más volverá a morir. La muerte ya no tiene ningún poder sobre él.Cuando él murió, murió una sola vez, a fin de quebrar el poder del pecado; pero ahora que él vive, vive para la gloria de Dios. Así también ustedes deberían considerarse muertos al poder del pecado y vivos para Dios por medio de Cristo Jesús. (Ro 6:1-11) Cualquier doctrina puede ser abusada…pero eso no es una buena razón para rechazar esta enseñanza. Hay quienes tengan una convicción personal, o, mejor dicho, una creencia firme y calma en la seguridad eterna que les provee una motivación más fuerte para vivir para Cristo que el miedo de la pérdida de la salvación. Si creyéramos en la pérdida de la salvación, lo único que necesitaríamos para corregir el problema sería ser salvo de nuevo. Y otra vez y otra vez…. Ves, los que saben que son seguros en la mano del Padre están conscientes que una vida desenfrenada o con riendas sueltas recibiría un fuerte latigazo disciplinario. Ese conocimiento da un ímpetu para caminar en la luz con seriedad y constante para el resto de la vida. Puedes preguntar a cualquier cristiano qué ha pasado mucho tiempo bajo la dolorosa vara de Dios y confirmará que no es nada agradable. ►Un mal entendimiento de la carnalidad. — Cabe subrayar otra vez que quienes ostenten una salvación insegura tienden a dejar poco espacio para la enseñanza sobre la carnalidad. Contrariamente, el Nuevo Testamento está repleto de las instrucciones a los creyentes que han sido llevados lejos del Señor. Ese es el punto principal de la parábola del hijo “pródigo” (Lu 15:11-24). Ciertamente el joven merecía ser castigado, pero su padre no lo castigó, pues no podía rechazar a un hijo suyo, y le dio un fuerte abrazo. Aunque pueda parecer desagradable, la carnalidad es una opción para ciertos creyentes. Conlleva consecuencias serias y desalentadoras que no deben ser confundidas con la pérdida de la salvación. Según el apóstol Pablo había algunos creyentes en la antigua cuidad de Corinto que seguían viviendo carnalmente y Dios los quitó de la tierra… y aun esa disciplina no debe ser confundida con la condenación. Esa es la razón por la que muchos de ustedes son débiles y están enfermos y algunos incluso han muerto. Si nos examináramos a nosotros mismos, Dios no nos juzgaría de esa manera. Sin embargo, cuando el Señor nos juzga, nos está disciplinando para que no seamos condenados junto con el mundo. (1 Co 11:30-32) Recuerda, quienes han creído en Cristo nunca jamás serán condenados (Ro 8:1). ►Sentimientos de falta de merecimiento. —Si usáramos la lógica humana, estos sentimientos serían un problema normal. Pero la perspectiva humana no es la autoridad máxima para el cristiano, más bien son las Escrituras. Por ejemplo, a veces podemos “sentirnos” casados y otros días no lo sentimos. Hay días que uno siente su edad, y otras veces se siente más joven. A veces las personas no se sienten merecedoras del amor de su madre o ambos padres. Comoquiera abunda su amor. Todos tenemos sentimientos que con frecuencia son muy equivocados. ¿Se acuerda del hijo pródigo? Cuando regresó a su sentido común, regresó a su padre y comenzó a confesarse con seriedad. Su hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de que me llamen tu 35 (Lu 15:21) Sin embargo, su padre fiel, amable, paciente y perdonador interrumpió su confesión con acciones de misericordia y gracia. Restauró a su lugar de importancia en su familia al despreciable e indigno hijo, que ya no era rebelde. Sin reservación, el padre abrazó a su hijo y le dio una bienvenida a su hogar… fue el mismo hijo, pero ahora se sintió sin méritos. El sentido de culpabilidad nos afecta terriblemente. Se nos miente y nos golpea a una sumisión. Nos conviene ahora que las promesas de Dios en realidad no nos apliquen. Grita tan fuerte y ruidosamente que equivocadamente comenzamos a creer que es la voz de Dios. Nos rebaja, nos pisotea, nos quita de circulación y nos empuja tan lejos hacia abajo que comenzamos a cuestionar nuestra propia salvación. Pero la belleza de la gracia, que solo nos puede rescatar permanentemente del sentido de culpabilidad, llega dónde estamos y nos da lo que no merecemos. Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al SEÑOR», ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció. (Sal 32:5 NTV) ¿Qué consejo podemos dar a uno que se siente culpable? “Culpable, hijo de Dios, mira arriba al Señor. Rehúsa a permitir tu culpabilidad convencerte de una mentira. Eres un hijo de Dios siempre y cuando hayas nacido de nuevo en su familia. No tienes que nacer de nuevo repetidamente. Necesitas admitir tu pecaminosidad y ‘confesar tus transgresiones’ en tu vida a tu Señor. Basado en la autoridad de su Palabra, te aseguro que nuestro Padre celestial te perdonará de tus pecados y quitará la culpabilidad que te acompaña. Y hazlo ahora mismo.” Un ejemplo en el Antiguo Testamento Un relato antiguotestamentario ilustra la verdad acerca de la seguridad que Dios provee a su pueblo. La historia se narra en el libro de Génesis cuando ocho personas fueron protegidas de la muerte y preservadas con vida durante un diluvio de 40 días y noches. Noé, su esposa, sus tres hijos y las esposas de sus hijos junto con los animales entraron en el arca antes de que las aguas de la inundación comenzaron a subir sobre la tierra. Un dato sumamente importante en el relato que a veces los lectores pasan por alto o se les olvida es lo siguiente: Subió a bordo de la barca para escapar del diluvio junto con su esposa, sus hijos y las esposas de ellos. Con ellos estaban todas las diferentes especies de animales —los aprobados para comer y para el sacrificio, y los no aprobados— junto con todas las aves y los animales pequeños que corren por el suelo.Entraron en la barca por parejas —macho y hembra— tal como Dios había ordenado a Noé. Después de siete días, las aguas del diluvio descendieron y cubrieron la tierra. (Gén 7:7-10) De dos en dos entraron en la barca, en representación de todo ser vivo que respira. Entraron un macho y una hembra de cada especie, tal como Dios había ordenado a Noé. Luego el SEÑOR cerró la puerta detrás de ellos. Durante cuarenta días, las aguas del diluvio crecieron hasta que cubrieron la tierra y elevaron la barca por encima de la tierra. Mientras el nivel del agua subía más y más por encima del suelo, la barca flotaba a salvo sobre la superficie. (Gén 7:15-18) La parte clave del relato es que tan pronto que los animales y Noé con su familia entraron en el arca como Dios les había mandado: “El Señor cerró el arca detrás de ellos.” ¿Quién cerró la puerta? El Señor. ¿Quién fue responsable por la seguridad de todas sus vidas? El Señor. Fue Él quien personalmente hizo posible que su pueblo obediente fuera encerrado y trancado con absoluta seguridad dentro del arca. Las fuentes desde una gran profundidad estallaron abiertas y las compuertas del cielo se rompieron como nunca antes en esa época o después. Ocurrió un desastre que cubrió todo alrededor de su barcaza flotante. No obstante, dentro del arca, fuera del peligra de las aguas, todos disfrutaron de la seguridad divina. El Dios Todopoderoso los conservó con su incomparable poder. Dios borró de la tierra a todo ser vivo: las personas, los animales, los animales pequeños que corren por el suelo y las aves del cielo. Todos fueron destruidos. Las únicas personas que sobrevivieron fueron Noé y los que estaban con él en la barca. (Gén 7:23) Entonces Noé, su esposa, sus hijos y las esposas de sus hijos salieron de la barca; y todos los animales, grandes y pequeños, y las aves salieron de la barca, pareja por pareja. (Gén 8:18-19) El Dios soberano que les había encerrado dentro del arca y que los había preservado durante el diluvio desastroso en esa época, los dejó salir para entrar en un Nuevo Mundo para un nuevo comienzo. Exactamente eso es lo que Dios planea hacer con sus hijos nacidos de nuevo. El Padre Celestial que nos ha encerrado en su amor y gracia en el momento de nuestro nuevo nacimiento, en la actualidad nos preserva de toda clase de amenaza. También en su tiempo designado nos colocará en nuestro hogar eterno, completamente libres de culpa. ¿Qué de nuestro consuelo final? En Cristo los cristianos ahora tenemos una seguridad eterna. Esta enseñanza en la Palabra de Dios está presente, y nos trae paz duradera. Contrariamente, la creencia en la pérdida de la salvación no da espacio para los muchos pasajes del Nuevo Testamento acerca del cristiano carnal. Además, con franqueza, muchos cristianos creen en su salvación como un seguro eternal y permanente. Y si no lo creyéramos, viviríamos toda nuestra vida sin confianza y paz interior y nos preguntaríamos: “¿Qué tan lejos es demasiado lejos?” Y si creyéramos que podríamos perder nuestra salvación, nunca sabríamos cuándo o aun si habíamos ido demasiado lejos a la deriva. Y llevaríamos una vida en un estado de desasosiego que probablemente no tendríamos ni un solo día libre de preocupación y ansiedad. Pero al estar con absoluta confianza y consolación en el hecho de que nuestra salvación es segura, debido al poder de Dios para guardarnos, y no el nuestro, todo impulso hacia la ansiedad está eliminado. La seguridad interna y externa en las Escrituras nos quitan el temor y nos permiten vivir mucho mejor. Más bien que estimularnos hacia la indiferencia y la irresponsabilidad, nos inspira a dirigir nuestras fuerzas hacia lo que complace y glorifica a nuestro Padre celestial. Estamos protegidos eternalmente porque nos tiene en su mano todopoderosa. En la década de los 1930 cuando se construyó el puente de suspensión más largo del mundo, en su primera etapa 23 obreros murieron al caerse a las aguas abajo. Pero durante la próxima etapa incorporaron una fuerte red debajo de donde los obreros laboraban. Fue una excelente inversión de dinero y tiempo porque ningún obrero perdió su vida a pesar de que diez se cayeron. La red de seguridad de Dios rodea este globo. No importa donde sus hijos vivan, ha extendido sus brazos eternos como una red debajo de nosotros. Por lo tanto, todos podemos vivir y trabajar en su viña con libertad y sin miedo porque sabemos que nos está protegiendo, y nos tiene seguros, sellados y guardados con su poder. La ansiedad y el temor de perecer ya no existe. La seguridad eterna nos ha quitado esa carga de nuestras mentes. Eso es lo que hace una sana doctrina y una sana teología. Gracias a la divina inspiración en la Palabra de Dios, como cristianos sabemos dónde encontrar la sana doctrina para poder disfrutar de una sana teología. □
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